A comienzos
de año, gran parte del país
estaba totalmente decepcionada por la eliminación
de la Selección de fútbol de
la fase clasificatoria al Mundial de Corea
y Japón, y todo el mundo estaba pendiente
de los enredos y escándalos en la Federación
Colombiana de Fútbol, que parecían
no tener fin y que, obviamente, no estaban
llevando a ningún lado.
Sin embargo, en marzo, Colombia se trasnochó
para ver el Gran Premio de Australia de
Fórmula Uno, con el que se daba inicio
a la temporada 2002 de esta categoría.
El piloto bogotano Juan Pablo Montoya finalizó
la carrera en segunda posición, y
comenzó a acumular valiosos puntos
que al final le permitieron terminar el
campeonato en tercera posición, como
el mejor de los pilotos que compite en un
equipo distinto a Ferrari y, en cierta forma,
como el único capaz de hacerle frente
al alemán Michael Schumacher, al
menos en las sesiones de clasificación
como lo demostraron las 7 pole
positions que consiguió a lo
largo del año.
Durante el primer semestre del año,
la situación del fútbol nacional
no mejoró en nada. Aunque en momentos
parecía verse una ligera luz de renovación,
todo se quedaba en lo mismo a causa de la
corrupción y la ineptitud que no
dejaban de manchar los círculos dirigentes
de este deporte. A pesar de todas las irregularidades
que el entonces presidente de la Federación,
Álvaro Fina, había protagonizado
anteriormente, su candidatura seguía
milagrosamente en pie para seguir al frente
del fútbol nacional.
Aun así, con la indignación
al rojo vivo, la gente comenzó a
madrugar para estar atenta de los pormenores
del Tour de Francia. El ciclista antioqueño
Santiago Botero quien se perfilaba
desde antes de la carrera como uno de los
más firmes contendores del campeón
reinante, el estadounidense Lance Armstrong
conquistaba la primera contrarreloj individual,
por encima del mismo Armstrong, quien hasta
entonces había sido imbatible en
este tipo de etapa. Botero, quien tuvo que
sufrir las consecuencias de estar en un
equipo que lo apoyó muy poco, terminaría
cuarto en la general, aunque no sin antes
conquistar una fase más, en los Alpes
franceses.
Había sido necesario que el vicepresidente
Francisco Santos manifestara a la opinión
pública que consideraba que la reelección
de Fina iría en contra de los principios
"de transparencia y de lucha contra
la corrupción" defendidos por
el Gobierno, para que después de
varias controversias se nombrara en el cargo
a Óscar Astudillo. De todas formas,
ya terminaba el mes de agosto y todavía
la Selección andaba sin técnico.
Fue entonces cuando el país recibió
otra gran noticia: la delegación
que representaba a Colombia en los mundiales
de patinaje de Ostende (Bélgica)
había barrido con toda la competencia.
El patinador nariñense Diego Rosero
y la joven estrella Cecilia Baena habían
conseguido, respectivamente, dos y cuatro
medallas de oro, y Colombia había
ganado tanto la clasificación por
puntos como la de medallería.
Y luego, en octubre, en el mismo país
europeo, más precisamente en la pista
de Zolder, Santiago Botero volvió
a hacer historia con su bicicleta. El antioqueño
ganó la medalla de oro en la prueba
contrarreloj en los Mundiales de Ruta de
la Unión Ciclística Internacional
(UCI), y se convirtió en el primer
campeón mundial de ciclismo de nuestro
país en esta modalidad, en lo que
indiscutiblemente fue el mejor momento del
año para el deporte nacional.
Semanas más tarde, se hizo público
el nombramiento de Francisco Maturana como
director técnico de la Selección
de fútbol y el de Jaime De la Pava
como su asistente, y se redesignó
a Barranquilla como la sede oficial del
seleccionado nacional.
Pero cuando el futuro de la Selección
había vuelto a ser el tema de discusión
en el campo deportivo, el beisbolista barranquillero
Edgar Rentería fue nombrado por la
Asociación de Managers y Entrenadores
de las Grandes Ligas de Estados Unidos merecedor
de un "Bate de Plata" y un "Guante
de Oro" por su excelente rendimiento,
tanto en posiciones defensivas, como al
bate.
Aunque la mayoría de los medios
de comunicación en Colombia continúan
hablando prácticamente sólo
de fútbol, ahora es mucha la gente
que sabe valorar los logros de nuestros
deportistas en campos distintos a los estadios
de fútbol.
Es que además de lo conseguido en
ciclismo, patinaje, automovilismo y béisbol,
también hay que tener en cuenta lo
logrado por la tenista Fabiola Zuluaga (quien
regresó a las canchas recuperada
de su lesión y se volvió a
meter entre las 100 mejores jugadoras de
la WTA), el golfista Camilo Villegas (quien
terminó quinto en el Campeonato Mundial
de Golf Aficionado), la Expedición
Siete Cumbres (que alcanzó la cima
del Monte Kilimanjaro, el más alto
de África) y la Selección
Nacional de Hockey (que conquistó
el subcampeonato mundial, y el próximo
año ascenderá a la categoría
elite del hockey mundial).
Definitivamente, 2002 no fue el año
del fútbol. Pero las proezas de deportistas
como Botero, Rosero, Montoya y los otros
tantos le demostraron al país que
la palabra "deporte" va mucho
más allá de lo que muchos
creían; más allá del
desorden y la mediocridad de nuestro fútbol
actual, que deberá pasar por un gran
revolcón para alcanzar un nivel digno
de lo que espera la afición.
Colombia recibe al año que entra
con mucha expectativa en materia de deportes.
Botero estará con el equipo alemán
Telekom y podrá contar con el apoyo
con que nunca pudo contar en el Kelme, Montoya
llegará con mucha más experiencia
que en 2002 y estará listo para poner
todo lo que tiene para sacarle lo máximo
a su carro, Rentería acaba de firmar
un nuevo contrato con los Cardenales de
San Luis, y los patinadores contemplan la
posibilidad de comenzar a entrenar con miras
a una eventual participación en las
Olimpíadas de 2006 en patinaje sobre
hielo.
Con toda seguridad, nuestros deportistas
tanto los héroes actuales como
las futuras revelaciones seguirán
dándonos cientos de razones para
celebrar durante 2003, así como lo
hicieron el año que pasó,
y dejando los colores de nuestra bandera
en las cumbres del deporte mundial, como
lo hacen año tras año. Y ojalá
las cosas cambien en el fútbol nacional,
tanto en el terreno de juego como por fuera
de él, porque el estado de decadencia
en que se encuentra hoy no le va nada bien
a este deporte, que ha logrado perdurar
a través de los años como
el espectáculo de mayor tradición
en Colombia.
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