cuarenta años trabaja sin descanso
para sembrar la tranquilidad en los campos
y ciudades de nuestro país.
En las escuelas revolucionarias todo conocimiento
tendrá un propósito: los niños
aprenderán a contar, no con manzanas
ni con naranjas sino con balas y granadas
que son más modernas y no se
pudren, para poder llevar la cuenta
de las personas que voluntariamente los
acompañarán por meses y años
en sus recorridos ecoturísticos por
las montañas de nuestro país,
mientras sus familias reúnen el dinero
para pagar los impuestos necesarios para
que el estado revolucionario les provea
una digna seguridad social. Además,
para poder contabilizar los ingresos recibidos
por este concepto, los pequeños aprenderán
perfectamente las cuatro operaciones matemáticas
básicas.
Se les enseñará a leer para
que aprendan la verdadera historia de Colombia,
llena de gloriosos relatos de las proezas
heroicas de sus comandantes, próceres
de la moderna independencia nacional; y
se les enseñará a escribir
para que puedan redactar con gramática
y ortografía impecables las cartas
que luego enviarán a los ciudadanos
menos solidarios, para ayudarles a entender
la importancia de los aportes voluntarios
al fisco revolucionario, los cuales se verán
reflejados en grandes obras de interés
nacional.
En clase de biología, los niños
aprenderán la importancia de liberar
el petróleo de su cautiverio, para
que corra libremente con el agua de los
manantiales y los ríos. Así
contribuirán a la selección
natural como la concibió Darwin,
y facilitarán que sólo las
especies más aptas sobrevivan en
la naturaleza.
Algunos años después, en
clase de química, conocerán
la composición de las sustancias
nobles que servirán para derribar
las torres de energía que afean el
paisaje, y para demoler viejos y peligrosos
puentes por los cuales cruzan demasiados
vehículos que contaminan el aire
puro del campo y antiestéticos edificios
de arquitectura decadente donde niños
y adultos de familias burguesas se recrean.
Aprenderán también el uso
de combustibles para reducir a chatarra
los vehículos, con lo cual se contribuye
al rápido reciclaje de los materiales.
En los laboratorios de física aprenderán
todos los secretos del tiro parabólico,
que les ayudarán a convertirse en
campeones mundiales del tiro al blanco con
cilindro.
En clase de trabajo manual se enseñará
a los niños el arte de fabricar aquellos
divertidos artefactos llamados "quiebrapatas",
indispensables para que los campesinos aprendan
a jugar rayuela mientras evitan que exploten
en medio de sus parcelas. Por su parte,
las niñas estudiarán diseño
de modas con especialización en camuflaje,
para lograr mimetizar fuegos artificiales
en burros, bicicletas y, lo más difícil,
en niños de su edad.
Y en el área vocacional se ofrecerá
a los estudiantes las opciones de primeros
auxilios, para que ayuden a bien morir a
las personas heridas en accidentes con armas
de fuego; seguridad, para que aprendan a
cuidar las fábricas de medicinas
de origen natural instaladas en las selvas;
y comercio, para que participen activamente
en la exportación y la distribución
de éstas en todo el mundo.
Pero sin duda los más importantes
valores inculcados a los niños colombianos
en las escuelas revolucionarias de las FARC
serán la valentía, el honor,
la verdad y la capacidad para resolver pacíficamente
todo tipo de conflictos.
Gracias a esto, la paz y el progreso de
Colombia estarán asegurados.
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