La falta de
compromiso y de liderazgo nacional que caracteriza
a nuestros dirigentes, quienes sólo
alcanzan a ser líderes electorales,
gremiales o sindicales, contrasta con la vocación
de servicio y la capacidad de trabajo del
presidente Uribe y sus principales colaboradores,
quienes continúan empeñados
en liderar cambios positivos para todos los
colombianos, mediante la lucha frontal contra
el terrorismo y la corrupción, con
el fin de estabilizar la economía,
hacerla crecer y crear las condiciones necesarias
para generar empleo.
Enquistados en el poder legislativo y con
sus tentáculos adheridos a todas
las entidades oficiales, los pulpos politiqueros
de hoy siguen cometiendo contra el país
los mismos atropellos que llevaron a cabo
sus antecesores, y que dieron lugar a la
profunda desigualdad social y a la violencia
política y económica protagonizada
por partidos, bandoleros, guerrilleros,
narcotraficantes y paramilitares por
orden de aparición en el panorama
del desastre nacional.
La corrupción en Colombia ha llegado
a niveles tan escandalosos como para costarle
anualmente al fisco nacional una cifra cercana
a los 2.2 billones de pesos (¡2.2
millones de millones de pesos!). Los informes
de Transparencia Internacional, el Banco
Mundial y la Vicepresidencia de la República
coinciden en que la mitad de los contratos
que efectúa el Estado colombiano
con los particulares está inmersa
en conductas corruptas. Además, como
consecuencia de las irregularidades en los
contratos, la Nación debe pagar un
20% de sobrecostos.
De acuerdo con las cifras presentadas la
semana pasada por Claudia Jiménez,
directora del Programa de Renovación
de la Administración Pública,
actualmente se adelantan procesos penales
por 1.7 billones de pesos por delitos contra
la administración pública.
Colombia es uno de los países más
corruptos del mundo. Para comprobarlo, basta
con observar el deshonroso puesto 72 que
ocupa entre 100 países evaluados
por Transparencia Internacional en relación
con la eficiencia y la pulcritud de la administración
del Estado, aspectos en los que se "raja"
ampliamente, con una calificación
de 2.9 sobre 10.
La situación es tan preocupante
que el recaudo que se logrará con
la más reciente reforma tributaria
alcanzará a duras penas para cubrir
el gigantesco agujero que abrió la
corrupción durante el último
año.
El sistema político colombiano está
viciado de inmoralidad y antipatriotismo.
En el Congreso Nacional, las asambleas departamentales
y los concejos municipales, así como
en las gobernaciones y las alcaldías,
hay cientos de políticos corruptos
que defienden oscuros intereses, contrarios
a los de la mayoría de los colombianos.
Durante los últimos años,
estos "honorables" representantes
del pueblo han legislado a favor de los
contrabandistas, los narcotraficantes y
los terroristas de las guerrillas y las
autodefensas. Por eso han defendido el funcionamiento
de los sanandresitos, se han opuesto a la
extradición, han puesto trabas a
las normas tributarias y han llevado a cabo
reformas injustificadas a los códigos
penales.
Si los problemas de un país se empiezan
a resolver por medio del aumento de la cobertura
y la calidad de la educación y la
salud, y con el establecimiento de una justicia
social que garantice posibilidades de desarrollo
personal para todos los ciudadanos, entonces
el futuro de Colombia se encuentra peligrosamente
amenazado, pues los recursos indispensables
para cubrir las necesidades y hacer realidad
los anhelos de los ciudadanos están
siendo saqueados por los corruptos.
Pero en lugar de cerrar filas en torno
a un propósito nacional de lucha
contra el terrorismo y la corrupción,
la clase política insiste en abrirles
espacios para que sigan destruyendo al país.
Cegados por la ambición de dinero
y poder, nuestros dirigentes no se han querido
percatar de que por la brecha moral abierta
por ellos han pasado todos los males y las
tragedias de nuestro país: terrorismo,
narcotráfico y pobreza. Algún
día abrirán los ojos y verán
con claridad la realidad, pero quizás
será demasiado tarde para todos,
inclusive para ellos. |