noticias aunque sean ciertas,
que las buenas noticias que producen a diario
miles de ciudadanos de bien.
Si bien es cierto que las Fuerzas Armadas
han estado más activas durante los
tres primeros meses del gobierno de Álvaro
Uribe de lo que estuvieron en todo el periodo
de Andrés Pastrana, y ya pueden mostrar
a la ciudadanía varios resultados
positivos a pesar del lento despertar
de la inteligencia, quienes queremos
ver a nuestro país libre de las narcoguerrillas
no podemos llenarnos de un falso triunfalismo
y creer a pie juntillas en las precipitadas
reacciones de algunos militares y el eco
de los medios, cuando afirman que las recientes
acciones brutales de estos bandoleros son
muestras de debilidad y derrota.
Resulta lógico pensar que las FARC,
sin duda la organización terrorista
más grande y poderosa de América
y una de las más peligrosas del mundo,
no podrán ser derrotadas a punta
de exageraciones de los militares y de los
medios, quienes, quizás pensando
más con el deseo que con la razón,
han magnificado las dimensiones de los logros
parciales de nuestras fuerzas estatales.
A lo largo de décadas hemos visto
crecer la capacidad económica y militar
de este grupo armado, especialmente como
resultado de la actitud complaciente y pusilánime
del anterior gobierno. También vimos
crecer hasta niveles insospechados su capacidad
de influir negativamente sobre la situación
económica y anímica de nuestra
sociedad.
Aunque las Fuerzas Militares tienen superioridad
numérica, estratégica y logística,
es innegable que los integrantes de las
Farc dominan amplias zonas de la geografía
nacional, gracias al largo tiempo que han
permanecido en ellas como resultado de la
falta de presencia estatal, lo que les ha
dado el conocimiento y la experiencia necesarias
para movilizarse rápidamente, y les
ha facilitado atacar, replegarse y dispersarse
con gran versatilidad.
Además, las organizaciones guerrilleras
cuentan con dos elementos que las fuerzas
estatales no han utilizado:
El primero, la sorpresa, que tanto el Ejército
como la Policía, la Fuerza Aérea
y la Armada Nacional tienen que empezar
a aprovechar, mediante un fortalecimiento
de la estrategia militar. Nuestras Fuerzas
Armadas tienen que dejar de ser reactivas
para volverse proactivas.
El segundo, la falta de sometimiento a
las normas del Derecho Internacional Humanitario
como principios de comportamiento en situaciones
de conflicto. Y esto es algo en lo que las
Fuerzas Armadas no pueden caer, pues deslegitimarían
su lucha contra los peores enemigos de la
sociedad colombiana.
Sin duda la guerrilla está estudiando
cuidadosamente al nuevo enemigo que tienen
al frente, representado en primera fila
por el Presidente Uribe y los comandantes
de las Fuerzas Armadas, y está preparando
una estrategia que combine todas las formas
de lucha, tanto en el plano político
como en el militar, y de acuerdo con ella
seguirá arremetiendo contra el Estado
y la población civil.
Sólo un alto nivel de inteligencia
política y militar, y el apoyo de
todos los ciudadanos de bien, le permitirán
a nuestro país hacerle frente a la
reacción que los guerrilleros están
preparando, y evitarán que sigamos
recibiendo trágicas sorpresas por
continuar viviendo en la Patria Boba que
hemos construido a lo largo de casi dos
siglos de supuesta independencia.
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