Montoya/Tirador
Diego Duarte/C. Baena/Fútbol
nacional
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Cada domingo, después de ver los
noticieros de televisión, queda en
la mente de los aficionados al deporte en
general y no sólo al fútbol
una pesada sensación de saturación
por la gran cantidad de goles presentados
a las carreras y fuera de contexto, las
faltas inexistentes con sus consecuentes
lesiones fingidas o exageradas, los usuales
errores arbitrales que influyen en los resultados
de los partidos y los insulsos comentarios,
llenos de frases de cajón, de la
mayoría de los presentadores.
Esa es la realidad del fútbol colombiano
y de la pobre información deportiva
que los colombianos recibimos a través
de los medios audiovisuales, cuyo aporte
a una cultura del deporte en nuestro país
es prácticamente nulo, pues nos mantienen
sometidos a una dieta compuesta casi
exclusivamente de goles y patadas.
Afortunadamente, al día siguiente
podemos encontrar en las páginas
de los periódicos una realidad deportiva
que va más allá del panorama
que nos muestran los noticieros. Gracias
a una afortunada apertura que, en general,
la radio y la televisión no han tenido
el valor de intentar, los medios escritos
nos recuerdan que, además del fútbol,
existe una amplia variedad de deportes que
con frecuencia le entregan a nuestro país
satisfacciones que el juego más popular
del mundo pocas veces le ha brindado en
los últimos años, y especialmente
en la categoría de mayores.
El deporte colombiano cuenta en la actualidad
con varias verdaderas estrellas de talla
mundial, como Juan Pablo Montoya, Édgar
Rentería y Cecilia Baena. El ciclismo,
el boxeo y el béisbol han producido
varios campeones mundiales y ganadores de
importantes competencias internacionales.
El boxeo, el tiro al blanco y el atletismo
le dieron a Colombia las únicas medallas
olímpicas que tenía hasta
cuando María Isabel Urrutia ganó
una medalla de oro en levantamiento de pesas
durante los Olímpicos de Sydney en
2000.
Para los próximos Juegos Olímpicos
de Atenas han clasificado deportistas colombianos
de 12 disciplinas: atletismo, boxeo, ecuestres
(salto y adiestramiento), gimnasia (masculino),
natación y clavados (masculino),
levantamiento de pesas, lucha grecorromana,
taekwondo, tiro y triatlón (femenino).
En otros tres deportes se clasifica por
el escalafón actual de los deportistas
o del equipo: ciclismo, judo y tenis (femenino).
En total, irán a las olimpíadas
34 deportistas por clasificación
y marcas mínimas y 7 por escalafón.
Como es notorio, en la delegación
nacional no estará el seleccionado
de fútbol, eliminado después
de una lánguida presentación
en el Torneo Preolímpico de Chile,
a pesar de ser el deporte que cuenta con
el mayor apoyo de la afición, los
medios de comunicación y el sector
privado.
En unos casos la pésima administración
deportiva y en otros la más descarada
corrupción tienen sumido al fútbol
en una de las peores crisis de su historia,
lo que se ve reflejado en la mediocridad
del torneo profesional y en las pobres actuaciones
de los clubes y los seleccionados de mayores
en las más importantes competencias
internacionales.
Los estadios semivacíos en casi
todas las ciudades del país son una
demostración de que los aficionados
son cada vez menos conformistas y prefieren
dedicar su tiempo libre y su dinero, que
pocas veces abunda, a otras formas de entretenimiento,
aunque no necesariamente sean más
sanas que asistir a un partido de fútbol.
La mayoría de los analistas deportivos
(perdón, futbolísticos) de
nuestro país insisten en exigir a
los hinchas la asistencia a los estadios
para apoyar a sus equipos, a pesar de los
mediocres espectáculos que, en general,
son los partidos del fútbol colombiano.
Olvidan inexplicablemente que el fútbol,
además de un deporte, es un espectáculo
es decir, un producto y como
tal está sometido a las leyes del
mercado. Y esto significa, ni más
ni menos, que son los consumidores los
aficionados quienes tienen derecho
a exigir que el producto esté a la
altura de sus necesidades, expectativas,
gustos y presupuestos, y a decidir si lo
compran o no.
Durante los últimos años
la desmotivación de los aficionados
se ha incrementado con el surgimiento de
las mal llamadas 'barras bravas' pues
en realidad no son más que cobardes
pandillas, que se han tomado los estadios
y sus alrededores antes, durante y después
de los partidos, y constituyen una amenaza
real para la vida y la integridad física
de los verdaderos hinchas. Y en muchos casos
la conformación de estas bandas de
maleantes ha sido patrocinada o alcahueteada
por dirigentes y periodistas. Éste
es otro resultado de la manía nacional
de copiar más lo malo que lo bueno
de cuanto ocurre en el exterior.
Sólo cuando todos los protagonistas,
especialmente los flamantes dirigentes y
periodistas futbolísticos, asuman
esta realidad y se comprometan a romper
el círculo vicioso y llevar a cabo
la misión de cambiar radicalmente
la calamitosa situación del fútbol
para beneficio de todos (clubes, entrenadores,
jugadores, aficionados, empresarios y medios
de comunicación), llegarán
los hinchas a acompañar y apoyar
de manera masiva y permanente a sus equipos.
Pero de continuar las cosas como están,
seguiremos viendo cómo antes de iniciarse
cada torneo se pone en duda la participación
de varios equipos, cómo los jugadores
tienen que escoger entre aguantar hambre
o vivir endeudados hasta el cuello, y cómo
los equipos cambian constantemente a sus
entrenadores porque no obtienen buenos resultados
en medio de semejantes condiciones de trabajo.
Un común denominador entre los deportistas
exitosos en otras disciplinas diferentes
al fútbol es que sus triunfos son
el resultado del esfuerzo personal, más
que de un programa deportivo estructurado
y ejecutado por el Estado, las federaciones
respectivas y la empresa privada, por lo
cual son aun más meritorios que los
del fútbol. Pero estos logros deportivos
heroicos en muchos casos son
sistemáticamente subestimados por
las 'vacas sagradas' del periodismo futbolístico,
quienes no los quieren entender ¿o
no les conviene darlos a entender?
y no alcanzan a darles toda la dimensión
y la importancia que tienen.
Si sólo de resultados deportivos
se tratara, otros deportes merecerían
y deberían recibir al menos el mismo
tratamiento económico, logístico
y mediático con que cuenta incondicionalmente
el fútbol. Pero éste es, sin
lugar a dudas, el deporte más popular
en nuestro país y, bien jugado, un
gran espectáculo. Por lo tanto, son
válidas la atención y el apoyo
que se le brindan. Y por eso mismo debería
exigírsele más, tanto en su
organización como en sus resultados.
Con una verdadera estructura deportiva
y mejor administración, el fútbol
podría darle a Colombia la gloria
y el renombre que otros deportes ya le han
dado. Pero con mayor apoyo y mejor difusión
en los medios, nuestro país podría
constituirse en una potencia deportiva internacional
en aquellas disciplinas que han producido
varios de los mejores embajadores de nuestra
imagen positiva ante el mundo.
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