"La
verdad se corrompe con la mentira
o con el silencio."
Cicerón.
Por fin se pudo realizar el debate en
el Congreso sobre el sonado escándalo
protagonizado por el superministro Fernando
Londoño, al adquirir unas acciones
de Invercolsa en condiciones privilegiadas,
haciéndose pasar por trabajador
sin serlo tal y como lo confirmó
en apelación la Sala Laboral
del Tribunal Superior de Bogotá
en su Sentencia a instancias del
mismo encartado, quien con su segunda
intención demandó a la
misma empresa a la que sirvió
por el reconocimiento y pago de cesantías
y prestaciones, alegando su propia culpa,
pues él y sólo él
habría sido el responsable de
pretermitir el cumplimiento de tales
obligaciones laborales, en el evento
de que verdaderamente hubiera habido
lugar a ellas, toda vez que él
se desempeñó entre el
90 y el 95 como su Presidente. De haber
prosperado tal pretensión, Londoño
se hubiera salido con la suya, puesto
que dicha patraña sólo
encubría su tentativa de obtener
el reconocimiento como ex trabajador
de Invercolsa y así poder justificar
su impostura de tal. Para desgracia
de él, el Tribunal no mordió
el anzuelo y el avispado de Londoño
se quedó con los crespos hechos.
El Tribunal fue categórico al
afirmar que "A ciencia y conciencia
fue conocedor de que las funciones que
desempeñó no constituyeron
contrato de trabajo (...) no puede pretender
ahora derechos derivados de un contrato
de trabajo que no existió"
(Sentencia TSB. Junio, 28/02). No obstante,
el inefable Londoño repite una
y otra vez, bien orondo, desparpajadamente:
"Sí fui trabajador. Tenía
derecho a comprar las acciones. Dirigía
la compañía, giraba cheques
y hasta barría mi oficina(¡!)"
(El Tiempo. Junio, 16/ 02), tomando
como única prueba la constancia
de su sucesor en Invercolsa, el Dr.
Enrique Vargas Ramírez, en la
que este hace constar que fue su antecesor
en el cargo ¡y nada más!
La explicación que da Londoño
cuando es sorprendido, para justificar
su avilantez, es risible, cantinflesca:
se enteró que Ecopetrol le
iba a "regalar" esas acciones
a Luis Carlos Sarmiento y él
quiso atravesársele, adelantándosele
y haciéndose a ellas. No tuvo
empacho en afirmar en el debate, sin
pestañear, que le ha suplicado
"hasta la saciedad que Ecopetrol
me recibiera las acciones"; las
mismas que están en manos de
Arrendadora Financiera Internacional
Bolivariana (AFIB), con domicilio
en Panamá, a la que se las
traspasó ilegalmente, pues
pesaba sobre ellas una medida cautelar.
El Ministro dice no saber quienes
están detrás de AFIB,
que puede ser una empresa de fachada,
pero no tiene inconveniente en representarla
en la Junta Directiva de Invercolsa
para "contribuir a la buena gestión
(...), tratar de devolver las acciones
para pagar el crédito"
(Revista Semana. Julio, 15/ 02). Eso
sí no se transan por menos,
"se conformaría con que
le paguen la plata correspondiente
al crédito, actualizado con
unos intereses razonables" (Revista
Semana. Julio, 15/ 02). A otro perro
con ese hueso le respondió
Ecopetrol, al rechazar su propuesta
de conciliación; y no es para
menos, sabedores como lo son de que
lleva todas las de ganar ante los
Tribunales, pues al haber objeto ilícito
en la transacción de dichas
acciones hay lugar a la nulidad de
la misma y, en consecuencia, las acciones
tendrán que ser devueltas a
Invercolsa, sin que les asista ningún
derecho al resarcimiento a sus tenedores
ya que "la Ley no puede utilizarse
para obtener ventajas que tienen como
soporte la ilicitud" (Código
Civil. Art. 1525). Así de sencillo.
Que no nos venga ahora con su fanfarronería,
a la que ya tiene acostumbrado al
país el lenguaraz ministro
Londoño, a vanagloriarse del
buen desempeño de las empresas
de gas, en el que nada tuvo que ver;
todo para argüir con total desenfado
que a él se le acusa dizque
"de haber enriquecido fabulosamente
a Ecopetrol". La verdad sea dicha,
con su actuación, al hacerse
a un paquete de acciones que, sumadas
a las del Grupo Urbina sobrepasan
el 50% de la propiedad accionaria
de Invercolsa, se frustró la
posibilidad de que Ecopetrol hubiese
vendido a un mejor precio no solamente
las que él tramposamente adquirió,
sino que "desbarató la
puja" por adquirirlas en la segunda
ronda, como afirmara el entonces Presidente
de Ecopetrol, Antonio José
Urdinola, pues ningún aliciente
encuentran los posibles inversionistas,
habida cuenta del control de la empresa
por parte de quienes mañanearon
a asegurárselo. De este modo,
se le infligió un grave detrimento
patrimonial a Ecopetrol, es decir
al Estado.
No le falta razón, entonces,
a El Tiempo al referirse a Londoño,
cuando se lamenta del relativismo
ético como signo y síntoma
de una de las mayores aberraciones
que afectan al país, cuando
"medio país aplaude su
originalidad o elocuencia por encima
de sus conductas prácticas
(...) Una sociedad en la que ser "avión"
no es objeto de condena, sino de envidia
(...) defender adquisiciones dudosas
mediante elucubraciones jurídicas
o dotes retóricas, son ejemplo
de una cultura gobernada por valores
torcidos y símbolos perversos"
(El Tiempo. Editorial. Junio, 1/ 03).
Después de conocer los resultados
de la encuesta, que lo favorecieron
ampliamente como ganador del debate,
Londoño seguramente se acordó
del Rey Pirro, cuando después
de una de sus fulgurantes batallas
exclamó a sus diezmadas huestes:
"¡con otro triunfo de estos
estaremos perdidos!"
Bogotá, Colombia
7 de junio de 2003
*Las opiniones expresadas en este
artículo y en todos los textos
publicados en "Sus artículos"
sólo comprometen a su autor
y no representan el pensamiento de
Portalcol.com.
|